lunes, 23 de marzo de 2015

Un paseo por Nueva Jersey #3

Hoy retomo la sección titulada: Un paseo por Nueva Jersey, nombre en honor al inigualable Bruce Springsteen. Pero la verdad es que he hablado poco de él, pero eso se solucionará próximamente. Pero hoy, sigo con la música española. Sigo con Fredi Leis. Sí, lo sé, soy un pesado, pero es que es demasiado bueno. De hecho, no tenía pensado escribir sobre él este Lunes, pero soy incapaz. Comencemos.

El día era perfecto. Llovía en Madrid pero no molestaba. Es más, daba gusto andar por aquel laberinto de calles apagadas, calles que definen el verdadero Madrid. Y después de verlo en vídeos, de escuchar hablar de él, de ser la cueva donde comienzan los grandes... Por fin, pisaba el acústico Libertad 8. Sin duda la noche ya era especial pasase lo que pasase, porque era descubrir realmente ese lugar donde se vive la música como merece, con pasión. Ese lugar donde a la entrada de la sala te encuentras un cartel que reza: "Volad, canciones, volad" Uno de esos lugares que tendría que ser eternos.

Teníamos unas ganas locas de que se subiera el escenario y como él dice: nos cantáramos. Porque la grandeza de estos conciertos es que no hay límites entre el público y el artista. El único límite es el hecho de querer escucharle o no. Como lejos lo tendrás a un puñado de metros, y ahí reside la grandeza. En que en estos sitios se canta como te cantarían a ti solo. Además, a esto le añadís una copa y buena compañía y no hay plan que lo iguale.

De repente, sube una desconocida al escenario. Comienza a acariciar en la guitarra uno de esos acordes que ya te suenan y comienza a sonar la voz de Fredi en la puerta de la sala. Comienza a andar hacia el famoso piano de pared del Libertad mientras canta la canción. Increíble. Y la verdad es que llegados a este punto se lo que quiero contaros, pero me cuesta encontrar las palabras.

Podría definirse como magia, o podría definirse directamente como música porque eso es lo que es la música, magia. Pero cuánta magia falta de verdad en la música de hoy en día. Era verdadera magia. Ver como se entendían Carmela y él en escenario, como se miraban como se sonreían, como mezclaban sus voces, como entonaba ese "cuelga tú"... Igual me equivoco, pero veo en Fredi alguien que probablemente sea tímido o introvertido, pero tiene la suerte, y sobre todo el arte, de coger un micro y un piano para expresar lo que siente.

Lo he dicho antes, pero no me cansaré de decirlo. La música es pasión. Y lo que pasó el sábado en el Libertad fue eso, música. Porque es de esos momentos difícil de definir si no lo has vivido. Ver como cada parte del concierto era vivida como se debía. Cuando tocara reir, reíamos; cuando tocaba callar, callábamos; y cuando tocó sentir, sentimos. Gracias a Carmela y gracias a Fredi. Gracias por hacernos volar.


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